Los acontecimientos en Venezuela se dan a pasos de tortugas, la temperatura en estos problemas es crucial, nunca se han dado mejores resultados después de un enfriamiento en la secuencia de los pasos que llevan a un país a la democracia, es hora de que Juan Guaido tome su cargo en serio, tiene que nombrar su gabinete, es importante que nombre un Canciller y los Embajadores en cada país de los que ya obtuvo su reconocimiento, es importante que la Asamblea Nacional trabaje en otorgarle los poderes de comandante de las Fuerzas Armadas venezolana y emita ordenes, para que esos generales cumplan las ordenes proveniente del comandante reconocido por las leyes, de igual manera, hay que trabajar sobre las elecciones de los miembros de los poderes del estado venezolano, hasta que no existan las nuevas instituciones, no se dará el salto a la democracia, quien puede entender que un gobierno democrático va a creer en un defensor del pueblo vendido a la dictadura o a una Tibisay Lucena que es como un muñequito que solo Maduro y Cabello le dan cuerda, ese trabajo es de urgencia, para ganar el tiempo perdido, de momento, se pueden elegir entre los miembros de la Asamblea Nacional, porque ellos representan al pueblo venezolano, porque llegaron de cada rincón del país con la aprobación de los electores.
Cuando el gobierno fluya y la democracia regrese, es hora de poner al pueblo a trabajar, tienen que elegir democraticamente a sus dirigentes, eso es parte del comienzo, que tiene que ser grandioso.
Suponemos que sea una transición ordenada dentro del caos que pudiera originar la implantación de una democracia, pero también tenemos que estar preparados para una transición desordenada y violenta, porque ya sabemos como se aferran los de la izquierda al poder y en este caso se trata de mucho mas que una izquierda, es una dictadura totalitaria de izquierda.
La organización y la institucionalidad es lo que genera que cada paso tenga el peso de la ley y el reconocimiento de la comunidad internacional, no se puede convertir estos avances en un movimiento populista sin una bandera y un alma política.
Juan Guaido esta haciendo en estos momentos lo que tiene que hacer un jefe de estado, contactar con sus homólogos, amarrar su política exterior y conversar sobre sus planes inmediatos.
Los militares que están dando el salto nos están contando como piensan y que creen de una intervención, ellos no están dispuestos a defender a un gobierno ilegitimo, pero no tienen lideres que los puedan sacar de ese laberinto en el que están metidos, es por eso que decimos, las ordenes correctas deben de emitirse desde la cabeza que representa al pueblo, la Asamblea elegida por el pueblo y el presidente a cargo que es llego de la única institución legítimamente salida de las filas populares.
La productividad tiene que ser el lema de un gran comienzo.